pero algo hizo que mirara hacia la calle, entonces fue como un milagro ese brillo... me quedé un rato embelesada mirando...y fue entonces cuando empezaron a acudir a mi mente recuerdos, recuerdos de mi niñez, de mi adolescencia. Entonces me dí cuenta de la suerte que tenía de estar donde estaba. ¡Cádiz!. esta preciosa ciudad que me acogió hace ya casi treinta años. Cuando llegué llena de esperanza, de ilusiones, de ganas de vivir. Entonces era muy joven e inexperta, pero tuve la suerte de rodearme de buena gente. Gente que me ayudaron en momentos difíciles, en momentos de soledad. Muchas de esas personas ya no están entre nosotros, pero nunca
las podré olvidar.
Aquí conocí al amor de mi vida, una gran persona, un fiel compañero de viaje. El junto con mis dos hijos hacen que mi mundo discurra en calma y en una gran paz... por cierto ¡¡Ya no me duele es estómago!!